martes, 13 de octubre de 2009

La genealogía de Cam

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La genealogía de Jafet

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Los hijos de Noé

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sábado, 3 de octubre de 2009

Las Escrituras a vista de pájaro

Ir leyendo las Escrituras pedazo por pedazo para sacar conclusiones es el equivalente de llegar a la ciudad nueva sin mapa curioseando por todas las plazas para ver qué descubrimos. Es posible que nos perdamos de algunas cosas. Me viene a la memoria el relato de aquellos ciegos a los que se les presentó un elefante. El que tocaba la trompa decía que un elefante es un tubo largo y flexible. El que tocaba la pata aseguraba que no era así, sino que es como un tronco, mientras que tocaba la cola afirmaba que un elefante es pequeño y con un movimiento curioso. Por cierto, he visto discusiones así entre las personas que gustan discutir sobre sobre su conocimiento de las Escrituras.

Nosotros somos como estos ciegos. Si todo lo que podemos apreciar de las Escrituras son pedazos sueltos, podemos terminar creando nuestro propio elefante, sin ninguna garantía de que nuestro concepto se corresponda con la realidad. Es posible que disfrutemos un poco esto de curiosear las Escrituras lo mismo que disfrutamos de curiosear los productos en el supermercado, pero a menos que tengamos una visión más global de las cosas nos será muy difícil integrar y relacionar entre sí estos conocimientos.

Necesitamos elevarnos por encima de la ciudad y sus detalles, como lo hacen los pájaros; verla desde arriba y luego volver a descender para emocionarnos con la manera en que cada detalle contribuye a la belleza del gran panorama que hemos visto.

Veamos las Escrituras a vista de pájaro para ver si podemos conseguir nuestro propio mapa. Así no andaremos perdidos por las calles.

Seis honrados servidores.

Necesitamos primero una guía. Tomaremos como guía básica el siguiente verso de Rudyard Kipling. Nos será útil en más de una ocasión.

“Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé;
sus nombres son
cómo,
cuándo,
dónde,
qué,
quién y
por qué”.



Ya tenemos una guía inicial. A ver si después nos acordamos de darle las gracias a Kipling.